Descentralización de la ciencia y la innovación
José Miguel Benavente
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José Miguel Benavente
Siguiendo con la serie de columnas sobre temas de política pública para la promoción de la ciencia, la tecnología e innovación, revisaremos ahora una dimensión poco conocida de dichas políticas. Y tiene que ver con la dimensión territorial, geográfica y su grado de centralización. Aquí el contraste es si las decisiones de financiamiento deben ser tomadas en forma centralizada o bien permitir que sean efectuadas en forma independiente, en el caso chileno, a nivel de las regiones.
En Chile siempre estas decisiones han sido centralizadas y el argumento principal de hacerlo así tiene que ver con lo que se denomina eficiencia estática. Esto es que las alternativas de programas o proyectos puedan ser evaluados comparativamente con otras propuestas postulantes a los recursos disponibles. Adicionalmente, dichas decisiones tendrían aparentemente menos grados de potencia conflicto de interés o captura. Uno de los problemas que este mecanismo genera es la baja probabilidad de que una región o zona geográfica con potencial de desarrollo de nuevo conocimiento pero que parte más tarde, pueda cerrar las brechas con otras zonas que van más adelantadas: eficiencia dinámica.
El caso extremo de que todas las decisiones sean independientes o en forma descentralizada obviamente genera múltiples problemas. Entre ellos, la superposición o repetición de esfuerzos, la falta de escalas mínimas que hagan viables los desarrollos, el aislamiento que perjudica aprovechar las economías de red tradicionalmente aparejadas a estos esfuerzos y la sospecha fundada, en especial de los ministros de Hacienda, que dichos recursos no se usan en lo que se supone son el objetivos de los presupuestos y programas. La experiencia del FIC Regional mostró algunas de estas ineficiencias.
Una forma interesante que los países desarrollados han implementado para sortear este problema es que las alternativas sobre las cuales quienes deciden en la asignación de fondos a nivel regional en los temas de ciencia, tecnología e innovación, lo hagan sobre una cartera acotada de posibilidades. Dichas alternativas han sido previamente evaluadas en forma técnica por agencias especializadas, algunas de ellas en forma descentralizada, reduciéndose los grados de discrecionalidad de la autoridad local en especial cuando es motivada por objetivos diferentes a los buscados con los instrumentos.
No existe una receta única ni una forma óptima para empujar una estrategia de asignación de recursos públicos en centralizada o aquellas realizadas a nivel de las regiones. Se debe buscar el justo balance entre los beneficios de quienes están cerca de las regiones para que puedan entender de mejor manera los problemas que se desean atacar pero lo suficientemente lejos para no ser capturados por intereses locales. Decisiones tipo top-down pueden pecar de no entender dichas particularidades y aquellas bottom-up terminen mirándose el ombligo y replicando esfuerzos de otros.
Los casos de los centros científicos regionales impulsados por Conicyt o la idea de los Laboratorios Naturales son algunos ejemplos que pueden ser revisados considerado la dimensión regional en especial en lo concerniente a la decisión de su financiamiento. El apalancamiento de recursos públicos locales sobre una cartera acotada de proyectos técnicamente viables puede ser una forma atractiva para impulsar la baja autonomía regional actual en la promoción de la ciencia, tecnología e innovación en las regiones chilenas.